lunes, 12 de septiembre de 2011

Articulo de diario "El Chubut" 10/09/2011- Valle: ¿Desarrollo urbanístico y recreativo o desarrollo productivo?

Ya comenzó a circular el agua por algunos canales del Valle Inferior del Río Chubut y me parece un buen momento para hacer algunas reflexiones. Entiendo que es mi obligación comenzar estas líneas sosteniendo que el título no pretende generar límites, podríamos coincidir que con sus diferenciaciones ambos objetivos podrían convivir sin generar contradicciones entre ellos.
Por las rutas del valle bien pueden circular bicicletas como tractores, por supuesto con los resguardos del caso. Pero, no obstante ello, creo que existe una diferencia notable entre las opciones que da cuenta el interrogante porque las causas de las mismas no deberían conocer el mismo origen. En una de ellas no debería estar para nada la presencia del Estado y en la otra debería estarlo de una manera muy particular. Esta forma particular de entender la presencia del Estado importaría, por ejemplo, no municipalizar al valle productivo en función de los límites de los ejidos sino, por el contrario, la conformación de una subzona que comparta todos los esfuerzos en función de objetivos muy precisos y comunes. En suma una clara política de Estado Provincial, dada la importancia del tema, que no es solamente proveniente de una ecuación económica sino casi de necesidad poblacional.
Para poder entender el valor de lo que tenemos, prácticamente el último valle del país, y la presencia de un río cuyo caudal en su gran mayoría se diluye en lo salado del mar, sin beneficio alguno, debemos considerar que la naturaleza nos ha gratificado geográficamente con una riqueza potencial que requiere por su característica una especial atención. Para decirlo en breves palabras: la inversión en los sectores agropecuarios no tiene el mismo procedimiento para la obtención de renta que lo que ocurre en los sectores industriales. Para clarificarlo, un peso, colocado en la tierra, requiere un ciclo mayor para su recuperación que el mismo peso colocado en la industria. Por tal motivo la mayoría de los países tienen una política distinta para los sectores agropecuarios que para los sectores industriales porque, por otra parte, se sabe que sin los primeros el hombre no podría subsistir.
Ahora entonces el tema se centraliza en cómo producimos tomates, lechuga y en general las frutas y las verduras, o cómo nos ponemos de acuerdo para generar las pasturas que necesitan tanto el ganado ovino cómo el bovino o cómo podemos generar la cantidad de carne, con engorde o crianza de animales, suficientes para abastecer nuestro mercado o el mercado de toda la Patagonia.
¿Lo podremos hacer con los métodos, tácticas y políticas que se encuentran hoy en vigencia? Yo creo que no, por más que se sostenga que se han efectuado importantes inversiones en el valle.
Por empezar yo creo que las mayores inversiones en el valle la efectuaron los colonizadores galeses y quienes sí efectivamente vivieron y sufrieron las condiciones que el valle impone, por aquellos que se animan a convivir con la naturaleza agreste. También con la construcción del dique Florentino Ameghino cuyo objetivo primordial era la regulación del riego. Y así lo sostengo porque creo que, más allá de haberse impuesto una franquicia de regadío y poder contar con algunas anécdotas exitosas de pobladores, nada se ha hecho en serio luego por la producción en el valle y mucho menos por aquellos que nos atrevemos a insistir en sus virtudes.
Y aquí viene la cuestión central. Las virtudes de un valle y contar con un río. Este río pequeño, si queremos entrar en comparaciones con otros ríos, nos provee de agua, elemento vital en el mundo, durante todo el año. Mas allá que, desde que tengo memoria y luego de la construcción del dique, se sigue con la discusión de qué hacer con el agua, lo cierto es, como me decía un ingeniero amigo que de esto sabe mucho, si lo utilizáramos como corresponde podríamos tener, dado la velocidad, el volumen y el caudal en zonas de regadío, un promedio aún mayor de agua que zonas del país con el mejor régimen de lluvias.
No obstante sólo lo podemos usar de septiembre a mayo y ahora con características particulares dadas las obras que se han ido desarrollando que han generado, teóricamente, si bien mayor velocidad de circulación una menor dimensión del continente que las envuelve, además de otros problemas.
El Estado no puede desvincularse de la producción. Cuando esta producción es estratégica debe cuidar y alentar a quienes puedan aportar sus esfuerzos. En esta materia deben existir políticas activas. Debe, en cierto modo, dirigir la inversión. Es cierto que no es lo mismo adquirir un auto que un tractor y que probablemente la cantidad de éstos no genere la misma expectativa, pero no podemos seguir con los viejos tractores ni con los procedimientos primarios cuando hoy la tecnología se impone para su uso en la producción.- Una tecnología que hoy podríamos utilizar, y que algunos años atrás sólo era  propiedad exclusiva de los países desarrollados, no solamente dará el soporte imprescindible para la producción sino que incentivará a jóvenes a incursionar por actividades que los llevará a lidiar con nuevos emprendimientos y mejores horizontes de realización.
Sin tecnología los jóvenes no se instalarán en el valle. Pero, si explicamos que sólo con una PC conectada a Internet es posible no sólo saber las condiciones meteorológicas del lugar sino también construir verdaderos invernáculos donde la lluvia, el calor y la sombra sean causados por un programa instalado en la computadora, me parece que la situación cambia.
Hoy nadie quiere vivir mal, pero se puede vivir bien produciendo y obteniendo no solamente un beneficio personal sino para todo el conjunto social que necesita alimentos de calidad. Cuando esta inversión por parte del Estado se realice, esto es dotar de infraestructura básica imprescindible, estamos hablando de agua potable para las viviendas rurales, electricidad segura y no susceptible de ser invalidada por el vuelo de un pájaro, internet y gas o paneles solares, entonces podremos observar cómo tantos alumnos de las escuelas agrotécnicas o profesionales de la agricultura y/o ganadería van a retornar a ocupar los espacios que hoy están vacíos por falta de incentivos.
Y entonces así como el Estado se preocupó en algunos tiempos por el cultivo de las cerezas y buscó mercados y la actividad privada se instaló con ahorro propio o recursos de créditos, tendrá que ocuparse para la formación de un mercado concentrador y asegurar las bocas de expendio donde podrá ser colocada la producción. El productor agropecuario debe saber que su producción tiene destino y para ello debe tener asegurado un precio sostén que tratará de mejorarlo en los remates que debe realizar para sostener su producción. Ese precio superior eliminará el precio sostén que sólo cubre sus costos.
Pero en el valle deben conocerse los costos, situación hoy de extrema dificultad, si no simplemente hay una desesperada colocación de la producción que a la larga lleva al empobrecimiento y al abandono de la actividad.
Hoy hay sectores en el valle que parecen verdaderos espacios de desierto; dentro de poco habrá más canchas de fútbol que hectáreas sembradas y aunque la recreación sea un aliciente para la vida humana, desperdiciar la geografía que tenemos y la bendición de la naturaleza, aún con las características patagónicas, es un verdadero desatino.
Creo que las comunas del valle deben tratar estos temas en conjunto. Creo que los productores que desde hace muchos años están en el valle tienen mucho que decir y creo que sus hijos con los recursos tecnológicos adecuados tienen mucho por hacer. Es impensable la agroindustria sin que previamente generemos las condiciones para su instalación. Para esa instalación es de desear que el Estado analice la problemática del valle inferior del Río Chubut con la
técnica adecuada y con los recursos que hagan atractiva la actividad. La posta que se produce entre funcionarios y técnicos con el cambio próximo de gobierno podría contar con una mesa ampliada donde también tomen su lugar los productores.

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